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No se sabe perfectamente en donde tiene sus orígenes su nombre, la mandarina. La mayoría de nosotros estaríamos probablemente inclinados a creer que la palabra proviene de los mandarinos, chinos oficiales, cuya historia es más de 1000 años. Esta es una de las teorías. La segunda es que la mandarina debe su nombre a la isla de Mauricio en el Océano Índico, que antes se llamaba Mandara.
Algunas mandarinas son suficientes para cubrir las exigencias cotidianas en vitamina C, la que fortalece nuestro sistema inmunitario y nos protege de las infecciones. Además, la vitamina C es un antioxidante, una sustancia que combate un exceso de libres radicales cancerígenos.
Las mandarinas tienen mucha vitamina Α, el pomelo es el único cítrico que contiene más de esta. La vitamina Α contrarresta la formación de enfermedades oculares, tiene un efecto positivo en la condición de piel, de los huesos y de los dientes. Las mandarinas también contienen vitaminas Β, ácido fólico, potasio, magnesio, manganeso y calcio.